Si tiene o quiere visitar Tarifa en verano, lo mejor es ingeniárselas para evitar las horas pico de acceso y salida del pueblo o armarse de paciencia. Hace ya demasiados veranos que esa norma no escrita se instaló en el imaginario colectivo gaditano. Pero no por eso resultan menos excepcionales los colapsos que el municipio más meridional de la península vive justo en estos días. Una tormenta perfecta entre afluencia turística, viajeros que van y vienen de Marruecos en la Operación Paso del Estrecho (OPE) y una carretera pendiente de desdoblarse como autovía desde hace años están detrás de esos recurrentes atascos.
Este fin de semana pasado se vivió uno los puntos álgidos de ese colapso de accesos. Más de 16.000 vehículos embarcaron entre Algeciras y Tarifa en la OPE, justo en unos de sus sus días de mayor afluencia. A eso se sumó el mayor movimiento propio de los dos días de la semana de descanso y el cambio de quincena de las vacaciones, que provocaron atascos en las distintas entradas de un municipio que triplica su habitual población de 18.160 habitantes. En previsión de que justo eso iba a ocurrir, la misma Subdelegación del Gobierno de Cádiz pidió el viernes previo que los usuarios evitaran acudir a las playas tarifeñas durante esos días. Fue el subdelegado del Gobierno, José Pacheco, en el transcurso de una reunión operativa de la OPE quien hizo la exhortación, en vista de que “se producen muchos atascos”.
Lo cierto es que el problema dista mucho de ser una inquietud nueva en un municipio al que cada vez le cuadran menos las cuentas durante estos meses. El anterior equipo de gobierno municipal (PSOE) ya reconoció a EL PAÍS el verano pasado que, aunque el turismo mengua las tasas del paro —el pasado mes de junio las redujo al 14%, de las más bajas de la provincia— el riesgo de “colapso” es cada vez mayor. Los indicadores de residuos y agua consumida ya daban pistas del aumento: en julio de 2022 se recogió un 9% más de basura que en 2021 y las restricciones de agua a la urbanización de Atlanterra por que la tubería no de abasto son ya habituales durante estos meses. Mientras, muchos vecinos llevan ya tiempo dando síntomas de agotamiento ante un modelo de turismo en verano que, según denuncian, les impide el descanso nocturno o que les lleva a huir —los que pueden— a segundas residencias en los alrededores de la localidad.
Tarifa ofrece 24.013 plazas en diversos alojamientos, de los que más de la mitad son en viviendas de fines turísticos, como Airbnb. La cifra es mayor que la del año pasado, cuando existían 23.216 plazas, según el registro oficial de la Junta de Andalucía. Con todo, este mes de julio la provincia de Cádiz ha registrado una ocupación del 84,01%, prácticamente idéntica a lo registrado en 2022, según datos de la Federación de Empresarios de Hostelería de la provincia de Cádiz (Horeca). Solo Rota logró sobrepasar el 90% y Tarifa se situó entre los municipios que no alcanzó el 80%.
Sin embargo, eso no ha evitado que los accesos del municipio vivan colapsos en diversos momentos del día, especialmente en torno al mediodía (para intentar llegar a las playas), la caída de la tarde (a la salida de estas) y, a veces, en los accesos durante la noche. La mayor afluencia turística se topa con una deuda pendiente en el municipio desde hace años: el desdoblamiento de la N-340 en el tramo Algeciras-Tarifa-Vejer. El proyecto de convertir esta carretera en una autovía similar a la que ya une Conil con la bahía de Cádiz complica la circulación hasta el municipio, según ha reconocido en declaraciones a TVE su actual alcalde Jose Antonio Santos (PP), con quien este medio ha intentado ponerse en contacto sin éxito. De momento, la idea no ha pasado de promesa política, enarbolada cada poco tiempo por unos y otros partidos, pero sin materializarse.
La que sí se ha adjudicado ya es la obra por valor 94,6 millones con la que el Gobierno pretende desdoblar el conocido como nudo de Tres Caminos, una intersección en la autovía entre Chiclana y San Fernando que justo en estos días de verano se colapsa recurrentemente en las idas y venidas de la playa. La intervención contempla ampliar la propia autovía y construir tres puentes. Sin embargo, ni siquiera está claro si este desdoblamiento o el que se reclama en Tarifa acabaría con los problemas en unos municipios que cada vez dan más señales de tensión turística. Hace más de cuatro años que ya se ha hecho habitual que la famosa playa de Bolonia, en el término municipal de Tarifa, cuelgue en días concretos el cartel de completo. Lo mismo ha ocurrido en otras ocasiones con el casco histórico de Conil de la Frontera durante las noches.
Conscientes de los problemas crecientes que sufren diversos municipios turísticos del país, la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) realizó el año pasado una Estrategia de Sostenibilidad Turística en Destinos impulsada por el Gobierno. El objetivo que se marcaba era analizar hasta dónde pueden llegar los recursos medioambientales y logísticos sin mermar la calidad, además de lanzar recomendaciones como la apuesta por la desestacionalización del turismo, la apuesta por el patrimonio cultural o el uso del big data y la inteligencia artificial para analizar los flujos de viajeros.
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