Abril de 2021. La inflación en España supera el 2%. No es algo inusual ni inesperado: la recuperación de la pandemia llega acompañada de un rebote económico y disfunciones en las cadenas de suministros a nivel mundial. Es decir, combustible para que los precios crezcan. Pero entonces pocos sospechan que, 10 meses después, Rusia invadirá Ucrania, lo que agravará la crisis energética y cristalizará en una escalada inflacionista desconocida en décadas para las economías avanzadas. La española no es una excepción, en julio y agosto de 2022 la evolución anual del IPC supera el 10%. Esto complica la vida para muchas familias, que tiemblan al recibir cada factura de la luz o al pasar por la caja del supermercado. ¿Qué pueden hacer en un mundo donde todo es más caro?
A esa pregunta trata de responder un artículo del último Boletín Económico del Banco de España que ha sido publicado este viernes. Y la respuesta abreviada es que los hogares hicieron las tres únicas cosas que podían hacer: intentar gastar menos, sacar más dinero del banco o tratar de aumentar sus ingresos. Pero esto, que dicta la lógica y se produjo en todas partes, tiene acentos diferenciales en España: el análisis destaca que las familias españolas recurrieron más que las del resto de la eurozona al crédito o al pluriempleo. Y el recurso a buscar un segundo trabajo fue más común entre quienes viven de alquiler, los más jóvenes y, en general, aquellos hogares que tenían menos colchón de ahorro.
Para llegar a estas conclusiones, Carmen Martínez Carrascal, economista del Departamento de Análisis de la Situación Económica del Banco de España y autora del estudio, se basa en la encuesta de expectativas de los consumidores del Banco Central Europeo. A partir de agosto de 2023, este sondeo empezó a preguntar a sus participantes qué habían hecho en los últimos 12 meses ante el encarecimiento de la vida y qué pensaban hacer en los siguientes 12 meses. Y tanto las familias españolas como las europeas situaron la búsqueda de alternativas (es decir, sustituir productos por otros más baratos o buscar ofertas) como la respuesta más frecuente. Le siguieron la reducción del ahorro, la contención de gastos y la búsqueda de un segundo trabajo o trabajar más horas en general.
Aunque el orden de respuestas es el mismo, la frecuencia con que los encuestados españoles citaron estas soluciones respecto a sus pares de la eurozona varió. A grandes rasgos, en España fue más frecuente el recurso a tirar de ahorros y menos el de buscar ofertas comerciales. Pero el artículo del Banco de España pone la lupa sobre otros dos aspectos. El primero es que “la proporción de individuos que indican haber recurrido a préstamos para hacer frente a la evolución de los precios es 2,3 puntos porcentuales mayor en España [que en la zona euro]”. El segundo es la búsqueda de un empleo complementario o ampliar las horas que se trabaja. En la encuesta, esta respuesta fue 1,2 puntos porcentuales más frecuente en España que en la eurozona. Aunque parezca poco, el artículo recuerda que “los datos de Eurostat apuntan a que la proporción de personas en situación de pluriempleo en España aumentó un 6,8% entre septiembre de 2022 y septiembre de 2023″.
Y ambos aspectos de alguna manera parecían una tendencia porque mostraban más incidencia como solución futura que pasada. Es decir, se citaban más como una expectativa para los siguientes 12 meses que como una descripción de lo que habían hecho hasta entonces. La diferencia, en el caso del recurso al mercado laboral, difería hasta en ocho puntos porcentuales. También había mucha distancia entre lo que se había hecho y lo que se pensaba hacer al preguntar por el retraso de compra de bienes duraderos o la reducción general del gasto.
Por último, el análisis se detiene en las diferentes soluciones que se apuntan en función de las características de cada hogar. Entre las “más relevantes” se cita la disponibilidad de ahorros. Quienes tenían ese colchón, citaron con más frecuencia el aumento de sueldo (lo que se relaciona con empleos más cualificados y un “mayor poder de negociación”). Para quienes no tenían una situación financiera tan holgada, fue más frecuente el recurso a trabajar más horas, reducir el gasto o pedir un crédito. Y el artículo señala que lo mismo pasó —seguramente porque se encuentran entre esas familias con menores recursos— con quienes “residen en su vivienda en régimen de alquiler, los de menor edad y menor nivel educativo, y las mujeres”.
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