En la mitología griega, la quimera era una criatura monstruosa que lanzaba llamas por su boca y tenía cabeza de león, vientre de cabra y cola de serpiente. La imposibilidad real de que existiera un ser formado por tres criaturas a la vez también la ha convertido en una metáfora de lo imposible. Esta bestia bien escenifica la situación que estamos atravesando en la que muchos gobiernos vomitan estímulos por sus fauces, contrarrestando el impacto de los tipos más elevados de los últimos 25 años y evitando que el crecimiento económico perezca. Mirando hacia delante, ¿pueden bajar los tipos de interés con la rapidez que los mercados esperan (6 recortes de aquí a finales de 2025) sin que los Estados pisen el freno? Nos encontramos ante una quimera: por más que se reduzca el empuje fiscal para 2024, el desajuste de las cuentas públicas continuará siendo muy elevado mientras la economía se mantiene resiliente.
El mejor ejemplo de sobreestimulación es EE UU, donde el déficit fiscal para este año será del 5,3% sobre PIB. Solo 1,1 punto porcentual por debajo del año pasado, lo que implica que será el más elevado desde la Segunda Guerra Mundial —excluyendo la pandemia y los cuatro años posteriores a la Gran Crisis Financiera—. ¿Para qué seguir enchufando estímulos a este ritmo en una economía que se mantiene cercana al pleno empleo y que continuará creciendo por encima del 2%? Además, la proximidad de las elecciones dificultará que los políticos sean menos “generosos” y terminen con casi un cuarto de siglo de desajuste de las cuentas públicas. Sobre todo si se tiene en cuenta que, en los últimos 50 años, el déficit primario ha aumentado un promedio de 0,3 puntos porcentuales del PIB en los años electorales y Biden tratará de recobrar popularidad frente a Trump, el autoproclamado “rey de la deuda”.
Europa, por su parte, debe reflexionar seriamente dónde ha quedado la austeridad: Italia se acaba de desmarcar con un déficit del 7,2% —ocasionado por el “super bonus fiscal”—, mientras Francia ha anunciado que superará el 4,9%, cifras incluso superiores a las españolas. Y lo peor es que las estimaciones para este año continuarán muy alejadas del objetivo del 3%.
Por el momento, los mercados, focalizados en los avances conseguidos para apagar la inflación, exigen bajadas de tipos olvidando que, desde noviembre, la reducción de balance de la Reserva Federal y el BCE ha sido prácticamente compensada por las inyecciones de liquidez del Banco de China y el de Japón.
En definitiva, demasiadas presiones para que se recorten los tipos mientras la economía aguanta y las condiciones financieras están mejorando.
En la mitología griega, la quimera termina sus días bajo la lanza de Belerofonte. Subido a Pegaso, consigue derrotarla introduciéndole en las fauces la punta de plomo de su lanza, que queda fundida por su aliento de fuego y se escurre por la garganta de la bestia hasta quemarle las entrañas. Ciclo que aguanta, mercados que ríen; ilusión en los tipos, quimera que muere. La fiesta continúa.
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