Georgia Meloni asegura que las relaciones de Italia y EE UU son sólidas al margen del color político de sus Gobiernos | Internacional

El presidente de EE UU, Joe Biden, y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, este jueves en el Despacho Oval de la Casa Blanca.JONATHAN ERNST (REUTERS)

En una comparecencia ante los periodistas que duró escasos siete minutos, el presidente de EE UU, Joe Biden, y la jefa del Gobierno italiano, Georgia Meloni, se han dedicado este jueves los comentarios habituales de dos aliados, sin aportar ningún titular a la hemeroteca. “Nuestras relaciones son sólidas”, ha dicho Meloni, primera mujer al frente del Ejecutivo italiano, sentada junto a Biden en el Despacho Oval. “Atraviesan gobiernos y siguen siendo sólidas al margen de sus colores políticos. Sabemos quiénes son nuestros amigos en tiempos difíciles”. Las declaraciones de la líder del ultraderechista Hermanos de Italia eran la confirmación de que cualquier posible fricción bilateral —por la pertenencia de Italia a la Nueva Ruta de la Seda china, especialmente— había quedado aparcada en pro de la alianza transatlántica, incluido un apoyo sin fisuras a Ucrania. “Tras la agresión rusa a Ucrania, todos juntos decidimos defender el derecho internacional. Apoyar a Ucrania significa apoyar la paz de los pueblos y los Estados en todo el mundo”, aseguró Meloni, que antes de llegar al poder había mostrado su cercanía al Kremlin. “La resistencia ucraniana aleja una guerra mundial, no la acerca como algunos dicen”.

Ambos hablaron de la posibilidad de impulsar el comercio entre los dos países y Biden aseguró que no veía ninguna razón por la que el intercambio bilateral no pudiera aumentar, a lo que la jefa del Gobierno italiano asintió. El presidente concluyó la breve comparecencia ante los periodistas, previa a una reunión bilateral a puerta cerrada, con una broma sobre el abuelo italiano de su esposa, Jill (”seré irlandés pero no estúpido, me casé con la nieta de Dominic Giacoppa”, dijo en un guiño a su huésped), y sus vecinos italianos en Scranton, la ciudad natal del mandatario. Al igual que ocurrió en un acto previo de la mañana sobre el clima, los periodistas gritaron al presidente varias preguntas sobre su hijo Hunter y su último revés judicial, pero no hubo respuesta.

Según la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Biden y Meloni tenían previsto debatir los beneficios de una cooperación transatlántica más estrecha con respecto a China. Karine Jean-Pierre confirmaba así el primer punto en la agenda de la bilateral, en la primera visita oficial de la política italiana a Washington. Según miembros de la delegación que acompaña a la presidenta del Consejo de Ministros, el nombre oficial de su cargo, la entrevista con Biden se ha centrado en cuestiones de alcance internacional. En primer lugar, la alianza euroatlántica ante la guerra de Ucrania, sobre la que Meloni ha transformado radicalmente su antiguo discurso, cercano a Moscú. Tras la invasión de Ucrania, Meloni ha reiterado su apoyo incondicional a Kiev y respaldado las sanciones contra el Kremlin. La jefa de Gobierno ha recalcado ante Biden el “compromiso compartido de seguir apoyando plenamente a Ucrania frente a la agresión rusa”.

Sobre la participación de Italia en la controvertida Nueva Ruta de la Seda china (BRI, en sus siglas inglesas), una iniciativa que Occidente ve con desconfianza por su pretensión hegemónica, “China se ha convertido en un interlocutor esencial en las relaciones internacionales e Italia tiene la intención de mantener una relación equilibrada y un diálogo responsable con Pekín”, señalaron antes de la reunión las citadas fuentes. El hipotético anuncio de retirada de la iniciativa -el acuerdo entre Italia y China expira en marzo de 2024 y Roma debe decidir si lo renueva por otros cinco años- había alimentado las expectativas de la prensa italiana sobre la reunión en la Casa Blanca. Meloni declaró recientemente que Biden nunca ha planteado la cuestión de la pertenencia de Italia a la BRI. Un anuncio al respecto sería visto como una fuerte declaración de intenciones, en vísperas de asumir Italia la presidencia del G-7 el año próximo.

Italia se unió a la BRI en 2019, bajo el mandato del primer ministro Giuseppe Conte, convirtiéndose en el único miembro del G-7 en dicho club, con la esperanza de impulsar el comercio y la inversión. La decisión fue criticada tanto por Estados Unidos como por la Unión Europea.

La cuestión migratoria, común a ambos países, ha figurado también en la agenda. Los países africanos, dijo Meloni, “pueden ayudarnos a construir con ellos una nueva relación, basada en un nuevo enfoque, que es un enfoque de igual a igual, para luchar contra la inmigración ilegal”. La visita de Meloni a Washington se produce tras la Conferencia de Roma sobre migración y desarrollo, a la que se han adherido unos 20 países, y la firma de un polémico acuerdo entre la UE y Túnez, por el que Bruselas dará 100 millones de euros a Túnez para gestionar los flujos migratorios. Es decir, en palabras de los detractores del convenio, para frenar las llegadas a Italia, pese al historial de derechos humanos de Túnez y Libia. Recientemente se ha acusado a Túnez de devolver a los inmigrantes al desierto, a Libia y Argelia, sin comida ni agua.

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Giorgia Meloni llegó a Washington el miércoles por la noche. Antes de visitar la Casa Blanca, se reunió en el Capitolio con los líderes del Senado y de la Cámara de Representantes, además de con el presidente de la Cámara, el republicano Kevin McCarthy. Este viernes depositará una corona en el Cementerio Nacional de Arlington.

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