El eco provocado por las guerras de Ucrania y de Gaza, sumado a las tensiones entre Estados Unidos con países como China e Irán, alienta a un mundo cada vez más volátil a armarse a un ritmo urgente. El gasto militar global aumentó un 6,8% en 2023, la subida más pronunciada en 15 años, según los datos publicados este lunes por el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (Sipri). El avance es importante en Europa y está acorde con su apuesta de invertir cada vez más para contrarrestar la amenaza rusa y la dependencia de Washington, aunque el auge global se explica grosso modo por la subida que hubo en todas las regiones del mundo.
“El gasto militar mundial alcanzó el nivel más alto de la historia y no muestra señales inmediatas de desaceleración”, afirma Diego Lopes da Silva, investigador sénior del Sipri y coautor del estudio, que contabiliza estos datos desde 1988. Tras una década de incremento ininterrumpido, se alcanzó un nuevo máximo hasta los 2,4 billones de dólares (2,2 billones de euros), una cifra comparable al producto interior bruto (PIB) de Rusia. El experto explica que la guerra a gran escala lanzada por Vladímir Putin sobre Ucrania “cambió la percepción de que los conflictos convencionales [entre actores estatales] no eran una cosa del pasado” y esto ha impulsado a los gobiernos a volcarse en la defensa.
Ante el escenario de una guerra que ya ha cumplido dos años, Europa ha decidido multiplicar sus esfuerzos de inversión militar. Los datos del Sipri muestran que el continente incrementó el gasto un 16% en un solo año (un 10% sin contar a Ucrania ni Rusia), solo por detrás de África (22%) y muy por encima de Oriente Próximo (9%) o América (2,2%). El aumento se corresponde con el objetivo de la mayoría de los países europeos de dedicar más dinero a defensa, en línea con la propuesta de la UE. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, insistió la semana pasada en “gastar más y gastar mejor”, de cara a “las intenciones de los [regímenes] autoritarios”, en referencia a Irán, Rusia o Corea del Norte.
El auge de gasto en Europa sucede también en un contexto vulnerable para Ucrania. Tras el fracaso de la contraofensiva el verano pasado, el ejército ruso ha logrado avanzar en varias posiciones desde el invierno. La mala situación de las fuerzas ucranias se da pese a la importante inversión del país, que se situó por primera vez entre los 10 que más gastan, por encima de potencias como Francia, Japón o Israel. Además, el Gobierno de Volodímir Zelenski dedicó 37% del PIB de Ucrania a gastos militares, más que ningún otro país del mundo (Rusia destinó un 5,9%).
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Para Da Silva, “el espacio fiscal para que Ucrania aumente su gasto es muy estrecho y necesita de la ayuda de sus socios occidentales”. Sin embargo, siguen surgiendo voces que ponen en duda la capacidad del ejército ucranio para ganar la guerra y una de ellas está en la carrera por la Casa Blanca: Donald Trump. No solo eso. El candidato republicano también ha puesto en duda la base fundacional de defensa de la OTAN y ha dicho que, bajo su mandato, EE UU no defenderá a aquellos países miembros de la Alianza que no cumplan con el objetivo de gasto del 2% del PIB. Pese a todo, Kiev se apuntó el sábado un importantísimo tanto, con la aprobación en la Cámara de Representantes de EE UU de una ayuda de 60.840 millones de dólares (unos 57.000 millones de euros).
4.400 millones al mes para la guerra de Gaza
A la ya importante inestabilidad suscitada por la invasión rusa, el ataque de Hamás en Israel en octubre, que desencadenó la guerra de Gaza, terminó por llevar las tensiones militares al máximo. El gasto en Oriente Próximo durante 2023 aumentó más que en ningún otro año de la última década, según el Sipri. En Israel, la inversión militar subió un 24%, especialmente en los últimos tres meses del año. Mientras que el promedio mensual antes del conflicto se ubicaba en 1.600 millones de euros, para diciembre esta cifra ascendía a los 4.400 millones. “Para 2024, esperamos que el gasto de Israel siga aumentando, en la medida que continúa la guerra en Gaza, así como las tensiones regionales”, precisa Da Silva.
Otro actor relevante en la región es Irán que, por su parte, impulsó el gasto para la Guardia Revolucionaria, el cuerpo armado responsable de apoyar y entrenar a grupos aliados como Hezbolá en Líbano, Hamás en Gaza o los hutíes en Yemen. Adicionalmente, Teherán incrementó su financiación a la industria que desarrolla los drones, los cuales se han convertido en uno de sus mayores activos militares.
EE UU, con una importante influencia en Oriente Próximo, lleva años preparándose ante un conflicto en el que pueda verse arrastrado a actuar. Bajo el ala del presidente, Joe Biden, Washington se mantuvo como el país con el mayor gasto militar en el mundo. En 2023, invirtió 859.000 millones de euros, acaparando un 37% de la cuota global, hasta tres veces más que China (12%), según los datos del instituto sueco. Su prioridad fue la categoría de “investigación, desarrollo, prueba y evaluación”, lo que demuestra que se aleja cada vez más de las operaciones contrainsurgentes y las guerras asimétricas para enfocarse en desarrollar nuevos sistemas de defensa y de ataque. Mientras tanto, China —en segundo lugar del ranking— aumentó la inversión por 29º año consecutivo. El ritmo, sin embargo, se ha desacelerado en los últimos años como consecuencia del frenazo de la economía.
El tercer país que más invierte en el mundo es Rusia, que dedicó un 5,9% del PIB al gasto militar, el nivel más alto desde la disolución de la Unión Soviética. Aun así, el Sipri señala que, dada la opacidad de Moscú en cuanto a financiación militar, esta cifra puede ser mucho mayor. El incremento del gasto (24%) fue posible gracias a la fortaleza de la economía rusa, que pudo atajar las sanciones occidentales al petróleo y al gas y que se sostiene por su vasto fondo soberano. El FMI revisó la semana pasada su perspectiva de crecimiento a Rusia al 3,2% en 2024, por encima de EE UU (2,7%) o la zona euro (0,8%).
11 países de la OTAN cumplen ahora el objetivo de gasto
Durante 2023, 11 países de la OTAN alcanzaron la meta de gasto del 2% del PIB en defensa, cuatro más que el año anterior. Los 31 Estados que formaban el año pasado parte de la Alianza Atlántica —sin contar a Suecia, que se adhirió en marzo— coparon una proporción del 55% del gasto militar global y una inversión que supera el billón de euros.
Solo tres países redujeron la financiación: Grecia, Italia y Rumania.
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